En un recipiente hondo introducimos la harina. Hacemos un hueco en el centro en el que incorporamos la mantequilla -tiene que estar blandita- y la ralladura de medio limón.
En otro recipiente batimos el huevo y la yema junto con el azúcar. Cuando éste último se haya disuelto lo agregamos a la mezcla anterior y trabajamos hasta obtener una masa homogénea, pero sin pasarnos amasando. La dejamos reposar en la nevera durante 15 minutos.
Dividimos la masa en porciones de 10 gramos -nos saldrán 41- y las estiramos en forma de cordón. Enroscamos cada uno de los extremos en un sentido distinto. Colocamos todas las pastas sobre una bandeja de horno cubierta con papel vegetal o sobre una lámina de silicona.
Pincelamos con huevo batido -o con clara- y cocemos las pastas en el horno, precalentado a 210ºC con calor arriba y abajo, durante 10 minutos o hasta que la superficie esté ligeramente dorada. Dejamos enfriar sobre una rejilla metálica antes de consumir.